Café amargo

¿Quién dijo que los recuerdos no se pueden modificar? No me refiero a cambiar el pasado porque en eso estaremos todos de acuerdo, que es imposible. Me refiero a no sólo verlos de diferente manera sino a cambiar nuestras sensaciones sobre ellos. A cambiar lo que sentimos en aquel momento. Seguramente todo esto sea fruto del daño que me causaron, de una herida que no ha dejado de doler.

Recuerdo como si fuera ayer aquel momento vivido. Una lluviosa tarde de otoño, en la que los nervios que los dos sentíamos eran tan evidentes como las gotas que caían del cielo. Nuestros ojos parecían contener estrellas mientras nuestras miradas no hacían más que cruzarse. Hacía frío pero nos dio igual tomar un café caliente sentados plácidamente en una terraza. Ella con su bebida favorita y yo compartiendo su esplendor. La excusa de fumar era simplemente eso, una excusa. El frío agonizaba en nuestras manos. Moría en nuestros besos. Besos y más besos que ponían nuestra piel de «gallina». Daba igual la gente que pasase ante nosotros y nos mirase mal o con cierta envidia, no los veíamos. Solo existíamos nosotros dos. El tiempo se pasó rápido, las horas se convirtieron en segundos, aunque durante en el transcurso de esos segundos, el reloj parecía no tener agujas. No existía el tiempo. Las palabras fluían como si nos conociéramos de toda la vida, como si supiéramos todo el uno del otro. Ella no paraba de soltar sonrisas que provocaban en mí todo un mar de sensaciones. Sonrisas y más sonrisas. Yo caía cada vez más en sus redes. Era inevitable. Había sido una de las mejores tardes que había pasado. Sentía que a su lado podía volar y eso es algo que hay que tener suerte para sentirlo. Yo la tuve. Me sentía especial.

Sin título

Pero lo que fue uno de mis mejores cafés, se acabó convirtiendo en uno de los más amargos. O eso es lo que siento en ciertos momentos. Quien dijo que los recuerdos no se pueden modificar, se equivocaba. Una vez más, voy contra el mundo. Muchas han sido las veces que este recuerdo me ha vuelto a la mente. Y muchas de ellas he podido sentir todo lo que sentí aquel día. Ahora con el tiempo, siento algo más. Ahora, también noto como si rayo me partiese casi en dos. Como si me hubiera abierto una herida de arriba a abajo. Preguntas de ¿Por qué? y de  ¿Y si…? No dejan de dar vueltas en mi cabeza. Me imagino de lo que hubiéramos podido llegar a ser. No habríamos tenido límites. Pero una mentira no es solo una mentira. Una mentira mancha todas las verdades. Sólo hace falta una para poner en duda todo. Y en mi caso, la mentira fue muy grande. No pongo en duda este momento pero sí que lo mancha. Lo vuelve con un cierto tono de oscuridad, de pérdida de ese tiempo que no existía. En ciertos momentos esa sensación es inevitable.

Pero a pesar de que cambie lo que siento hacia mis recuerdos, hay una parte de mí que lucha contra todo eso. Mi corazón no olvida. No quiere olvidar.

«Te valoré por tus aciertos y no por tu fallo. Preferí creer en ti cuando ni tu misma lo hacías. Querías que te insultara, pero no lo hice. No querías que estuviese a tu lado por lo que habías hecho, pero lo estuve. No querías que te perdonara, y te perdoné. No querías quedarte sola y… ahí estaba yo para que no lo estuvieras, porque no quería que pasaras por eso. Me importabas más tú que yo y eso también es algo difícil de encontrar.»

Detalle

Muestras de amor hubo unas cuantas. No sabría decir el número exacto, debido a que con el paso del tiempo, pongo en duda algunas de ellas. Pero hay una que prevalece sobre todas las demás. Una que de verdad me hizo tirarme a sus brazos. Una que me atravesó por lo más profundo de mi ser. No fue ninguna comprada, ni ninguna de sus letras tan bien escritas y que tanto me gustaban.

Fue un detalle. Un pequeño detalle. Qué importantes son ¿verdad? Dicen que lo que marca la diferencia está justamente en eso, en los pequeños detalles. Y vaya si fue verdad. En cuanto lo vi se me aceleró el pulso. Mis ojos no podían estar más abiertos y tampoco podían mostrar más felicidad. Mis manos tenían un pequeño temblor de los nervios que en ese momento recorrían mi cuerpo. No sabía si cogerla en brazos, abrazarla muy fuerte o besarla hasta que se nos agotara el oxígeno.

He aquí la prueba de la que hablo. Un corazón de calceta. Me estaba entregando su corazón. Su corazón hecho por sí misma.

IMG_20160507_193657

La ilusión que me hizo fue enorme. Lo guardé en un sitio que vería todos los días y que llevaría conmigo gran parte del día. Después decidí que eso era poco, y lo guardé en otro sitio mucho más cercano, algo que llevaría conmigo siempre y a todos los lados. Fuera donde fuera sentía que estaba ahí conmigo, sentía su presencia a mi lado, su olor, su risa, su mirada… A día de hoy lo sigo llevando a todos sitios. Me acompaña allá donde vaya. No creo que pueda deshacerme de él. Una pena que lo que me fuera entregado, acabara en mentira. Una pena que todo ese recuerdo, que todas esas sensaciones quedaran manchadas por la puñalada más dolorosa que me han dado.

En cambio, no sé si antes o después de recibir ese detalle, también la entregué el mío. No físicamente, ni como detalle material, sino con palabras (quién me lo iba a decir a mí en esas fechas), con una declaración. Según ella, la más bonita que la habían dicho. Se quedó sonrojada y sin saber que decir. Fue algo que me salió del corazón, porque precisamente, la entregué tal «objeto». La dije que el mío era suyo, que no tenía otra dueña, que lo tenía en sus manos y que podía hacer con él lo que quisiera, puesto que a mí ya no me pertenecía. Una pena que acabara pisándolo. Un pena que lo tirara al contenedor como si fuera basura.

Desgraciadamente, ya he contado cómo termino. Aunque tengas mis días de flaqueza, no me arrepiento de dar algo así aunque duela demasiado. Todas esa palabras que salieron de mí, las cogió y me las acabó tirando como si fueran palabras sin sentido, como si no tuvieran ninguna importancia. Despreció las palabras de un corazón que estaba dispuesto a todo.

Ignoraste el esfuerzo que hice para querer quedarme contigo, olvidándote que no todo el tiempo le importas a alguien. Preferiste alejarte de alguien que paraba balas por ti, incluso cuando eras tú la que apretabas el gatillo. Me trataste como un extraño cuando conozco tu cuerpo como ningún otro.

Mi corazón era bueno contigo, fiel y leal.

Tiraste un diamante para recoger una piedra.

Me moría por estar a tu lado.

«Perdón…»

Perdón por imaginarme cosas contigo. Perdón por dejar que mi mente divagara sobre ti y fantaseara contigo en todo tipo de situaciones. Perdón por saberme tu cuerpo mejor que ningún otro que conozca. Perdón por poner todo de mi parte cuando me pediste ciertas cosas. Perdón por querer cumplirlas todas ellas, por estar dispuesto a compartir mi tiempo contigo. Perdón por seguir a tu lado a pesar de que me pusiste las cosas muy difíciles, no fue impedimento para seguir a tu lado. Perdón por no dejarte ir, por querer que seas parte de mi vida. Perdón por tirar de la relación en las últimas fechas, no me importaba hacerlo solo yo, tenía suficientes fuerzas como comprobaste. Perdón por creerme tus mentiras, por creer en ti, por darte mi más completa sinceridad. Perdón por esperar cosas de ti que sé que no van a llegar, por esperar que me digas una sola palabra que me haga sentir mejor, por esperar un abrazo sin tener que pedirlo.

Perdón por esos mensajes largos y bonitos que te mandaba diciéndote lo que eras para mí, cuanto te quería y lo alto que me hacías volar. Perdón por creer que te hacían ilusión esos mensajes, ya que otros apenas te lo dieron en fechas no señaladas. Perdón por todos esos mensajes de buenas noches, por desearte que tengas unos felices sueños, por querer que tengas un buen día. Perdón por ilusionarme contigo, por imaginarme situaciones que ni tu ni yo habíamos tenido antes y que los dos deseábamos. Perdón por ser lo que siempre quisiste, por ser alguien que hace pequeños detalles, por ser eso que pedías a gritos. Perdón por seguir teniendo esa esperanza dentro de mí, por tener la esperanza de volver, soy incapaz de apagarla.

perdon

Perdón por derramar lágrimas delante de ti, por derramar alguna mientras escribo esta entrada :'(. Perdón por soñar cosas increíbles a tu lado, por soñar contigo. Perdón por seguir haciéndolo. Perdón por tratarte como a la princesa que aún sigo viendo en ti por mucho que te hayas empeñado en aparentar que eres malvada. Perdón por verte siempre con los mejores ojos que tengo, por mirarte de una forma especial. Perdón por ser la niña de mis ojos, conseguiste que sólo se fijaran en ti. Perdón por verte siempre preciosa, daba igual si estabas recién levantada, maquillada o en tus peores días. Siempre te veía así. Perdón por decirte lo guapa que eres, pensabas que lo decía en broma pero hablaba muy en serio. Perdón por disculparme por mis errores, por decirte que me equivoqué en ciertas cosas, por no ser perfecto. Perdón por meterte en mi corazón, por darte ese privilegio que muy pocas personas tienen. Perdón por querer evitar el silencio, me gusta saber cómo estás. Perdón por no planear enamorarme de ti, no pude imaginar que alguien como tu podría llegar a mi vida.

Perdón por abrazarte con toda mi alma. Perdón por abrazarte aquella noche para que no pensaras cosas que no eran, porque a pesar de lo hundido que estaba mi ser, solo importabas tú, eras lo más importante. Perdón por sacarte una sonrisa en todo momento, sobre todo cuando estabas enfadada o triste por algo que te habían hecho, tengo esa habilidad y me encanta verte así, con la sonrisa puesta. Perdón por luchar por ti, por hacerlo sin ningún tipo de armadura o arma, por hacerlo completamente desnudo ante ti. Perdón por seguir luchando por ti, porque de alguna manera continúo haciéndolo.

Perdón por echarte de menos, por querer que sientas el calor de mis brazos y yo el de los tuyos. Perdón por seguir preocupándome por ti, por querer verte de nuevo, te sigo queriendo a pesar de todo. Perdón por querer ayudarte, por querer abrazarte en estos momentos. Sé que no te gusta que te lo diga, sé que te molesta. Perdón por no ser celoso, por creerte cuando me decías que nunca harías nada de lo que al final hiciste, confiaba en ti. Perdón por ser fiel, entregarte todo lo que tenía dentro (aunque solo te dio tiempo a ver una pequeña parte de lo que hay) y pensar tanto en ti. Perdón por decirte que te quiero, que te amo, por decírtelo con palabras o con miradas. Perdón por crear este blog, va sobre ti y en gran parte, es para ti. Perdón por creer que me decías la verdad, por dejar que juegues conmigo, en serio, perdón.

Perdón por quererte más de lo que te puedas imaginar.

Perdón por ser el que más te ha querido y conocido.

Perdón por amarte con el corazón.

Perdón por quererte demasiado.

Perdón por querer hacerte FELIZ

Pérdida

¿Por qué siento que soy yo el que he perdido? ¿Por qué si a pesar de todo no hice daño a nadie? Tengo mucho guardado dentro de mí, tristeza, daño, soledad, recuerdos, amor, culpa… y pérdida, mucha pérdida. Pérdida de tiempo, pérdida de parte de mi ser que no volverá a ser el mismo, pérdida de confianza, pérdida…

No hacen más que decirme que ella se lo pierde, que la que ha perdido ha sido ella. ¿De verdad? ¿Por qué no lo siento así? Siento que lo he perdido todo, que todo lo entregado fue completamente en vano, que no voy a ser capaz de mirar a esa persona a la cara porqué agacharé la cabeza como si tuviera la culpa.

La culpa. La siento cada vez más cerca y cada vez la tengo presente. Es curioso que después de tanto daño recibido me culpe a mí y no a ella. Me culpo como si me hubiera fallado a mí mismo y no a ella por fallarme. Me culpo por creerla distinta a las demás. Me culpo de haberla dado tanta honestidad y sinceridad cuando lo que recibí a cambio solo fue falsedad y un completo desprecio. Me torturo a diario imaginando cosas que no debería, pero que de alguna manera sé. ¿De dónde sale todo eso? ¿Por qué mi mente me tortura de esta manera? ¿Por qué tanto castigo?

Lonely man walking on a beach

Puede que yo sienta esa pérdida. Pero tengo muy claro que ella me perdió. Echó de su vida a alguien que vio lo peor de su ser y aun así quiso quedarse. Perdió a alguien que incluso estando con todos sus miedos internos más vivos que nunca, siempre intentó llenarla el alma de alegría aunque fuera a costa de él mismo. No le importaba sacrificarse porque para él no había una cosa más primordial que su sonrisa. Incluso en sus días más oscuros, a él no le importó que sus propios días se volvieran grises con tal de estar con ella. Quizá ha perdido a la única persona que está dispuesta a dárselo todo por cómo es en verdad, no por su imagen o por lo que aparenta ser. Alguien que siempre estuvo a su lado.

Incluso en este mismo instante lo sigo estando. Siento una conexión con ella y sé perfectamente como esta. Da igual que esté a 50 kilómetros o a 2000. Sé lo que necesita. Sé que podría cambiar su estado en cuestión de segundos. A pesar de estar roto en infinitos trozos, no dudaría en hacerlo. Solo para ella. Porque siempre fue solo ella. Lo mismo ese es mi error. Hacer cosas por alguien que sé que no sería recíproco.

Quizá mi error no fue quererte con todas mis fuerzas.

Quizá mi error fue conocerte.

No sé…

Hay veces que tu corazón te pide intentarlo con todas sus fuerzas una segunda vez. Es lo que quiere, lo que anhela, lo que necesita para seguir latiendo. Pero al mismo tiempo se arrepiente de haber vivido esa primera vez.

Entonces, ¿Qué quiere? ¿Cuál de las dos siente de verdad? No tengo la más mínima idea. No sé. Tampoco sé a ciencia cierta cuál de las dos sería la opción equivocada, ni cuál sería la opción correcta. Pero tampoco sé si hay una correcta o una mala. Son dilemas que me hacen pensar demasiado para obtener tan pocas respuestas. Dilemas que tengo ahora dentro de mí, en mi interior. Un interior que esboza una sonrisa cuando se acuerda de los buenos momentos, de los lugares en los que estuvimos juntos. Pero que al momento se oscurece. Se arrepiente de haber concedido a alguien esa oportunidad. La oportunidad de quebrarme completamente. Se arrepiente de haber regalado esa confianza a la persona que lo ha destrozado. Se arrepiente de haber dado algo que no tiene precio, que no se puede comprar por mucho dinero que ofrezcas. Algo que por muchas personas que conozcas, no das a cualquiera. Aunque quizá lo peor de todo es que no se haga nada por recuperar todo eso perdido.

Pero, ¿No es el amor todo eso? Darle a alguien lo mejor de ti, dar la confianza, dar la capacidad de que te destruya confiando en que no lo haga. Simplemente regalas algo que puede ser tu perdición. Pero el mío se está muriendo. ¿Cómo? De la única manera posible. No muere como nosotros, de una forma natural. Muere por la ceguera, por traiciones, por errores y por mentiras. Se está muriendo de cansancio. Se está desangrando por cada grieta del corazón roto.

Aunque no sé si es arrepentimiento. Quizás no haya palabra en el diccionario para describir esta sensación. A veces no hay palabras para describir estas cosas. No hay frases o citas famosas que puedan de alguna manera resumir lo que se lleva por dentro. No hay nada que pueda describir lo que sentí aquel día. A veces incluso cuando lo haces todo bien, cuando sientes que lo que has hecho lo hiciste perfectamente, sientes que has fallado completamente. Sientes que has errado y aparece el sentimiento de culpa que en un primer momento no te deja respirar, para después ir poco a poco consumiéndote. Te haces preguntas como ¿Tenía que terminar de esta manera? ¿Podía haber hecho algo para evitar todo esto? Preguntas que no tienen respuesta porque a pesar de haber entregado todo no hay explicación para lo ocurrido. A veces, el día simplemente… termina.

Sigo sintiéndolo

No entiendo como incluso después de todo lo ocurrido, después del tiempo pasado, sigo sintiendo lo mismo por esa persona. Apenas he perdido un ápice de esa fuerza que siento en mi interior. Por momentos la pequeña luz de esperanza de volver con ella brilla más que nunca. Incluso hasta algunas veces noto como cobra vida propia.

Las ganas de poder abrazarla durante un tiempo indefinido aumentan día a día. Y cada día duele mas no poder hacerlo. Puede parecer un gesto sin importancia o un gesto simple, pero en estos días, es más poderoso que nunca. La abrazaría hasta que mis brazos no pudiesen más. Hasta que de la fuerza con la que lo haría me rompería yo y no ella, porque a diferencia de otra gente, sería incapaz de hacerla ningún tipo de daño. Prefiero romperme yo antes de que ella sufra. Aunque por momentos sienta cierta ira-odio, soy incapaz de desear algo malo para ella. Me vienen ese tipo de pensamientos que no duran ni un segundo porque te arrepientes de solo pensarlos.

Sigo teniendo la sensación de que con una sola palabra suya sería capaz de volver. No me lo pensaría dos veces. Ni siquiera lo haría una vez. Actuaría sin pensar, pero actuaría sintiéndolo todo. Sería capaz de volver a ella con los ojos cerrados. Ojos que aunque estén tapados y ella perdida en medio de un desierto, la encontrarían sin la necesidad de ver. El mero hecho de pensarla me guiaría hacia ella.

No sé porque escribo esto ahora. Quizás porque hoy me tocó necesitarla. Hoy me tocó echarla de menos. Lo hago todos los días, pero hoy el sentimiento es más fuerte. O quizás sea por la falta de sueño que me provoca. Hoy, como todas las noches anteriores, también me quita el sueño. La pienso hasta que duermo y más tarde, cuando despierte, la sueño. Mañana despertare, y como todas las anteriores mañanas desearé abrir los ojos y ver que tengo un mensaje suyo. Un mensaje que diga lo que mis oídos quieres escuchar. Lo que mi corazón necesita percibir. Por mucho que olor ya no esté en mi ropa, sigo recordando como olía su cuello cuando lo besaba.

missyou

No sé si todo esto tiene sentido alguno. Muchos no lo entenderán y otros tantos no estarán de acuerdo. Pero no puedo engañarme a mí mismo, es lo que tengo dentro. Y todas estas palabras se pueden resumir en que cada vez la hecho más de menos, su falta es más grave y su vacío más grande. Sus recuerdos no compensan su ausencia.

Foto especial

Ayer estuve buscando una foto un tanto especial para mí. No era nada relacionado con nadie, ni familia ni amigos ni parejas, solo conmigo. En mala hora me puse a buscarla. En vez de encontrarla, fui a dar a parar con unos mensajes que me escribió esa persona en unas felicitaciones hechas con forma de corazón. Lo que debería haber sido una búsqueda un tanto feliz, se acabó convirtiendo en algo totalmente opuesto, algo que en el momento de encontrarlo me hundió el alma.

En un momento se me agolparon en la mente todos los recuerdos derivados del día que me entregó eso. Pude recuperar el cómo me sentí en aquel momento. De hecho por un segundo saqué la sonrisa que me provocó. Se me iluminó la cara porque por un instante, imaginé que estaba allí otra vez y que no había pasado nada de lo que pasó. Por un momento se activó todo mi interior produciendo luces en vez de sombras. Me acordé de todo lo de aquel día. De todo. De cómo olía, de cada sonrisa, de cada comentario, de cada detalle. De aquel espejo empañado donde ella puso que me quería, y yo que la amaba. De aquel vestido rojo que estaba abierto por la espalda. De cómo se estremecía cada vez que me acercaba por detrás y la besaba la espalda. Tenía que dejar lo que estuviera haciendo porque vibraba tanto con los besos que cerraba los ojos y comenzaba a temblar. De aquel baile -muy particular suyo- que comenzó en la cocina y que paró en cuanto vio que la observaba porque pensaba que nadie la estaba mirando. De aquel amanecer juntos mientras la abrazaba durante toda la noche, porque por fin, la tenía durante toda la noche entre mis brazos. De aquel despertar, en el que por desgracia yo no estaba bien, que aunque no fuera el deseado no pasaba nada porque ella fue lo primero que vi al abrir los ojos. De aquel desayuno juntos en que se preocupaba por mí. De aquel post-desayuno en el sofá que creo que ninguno de los dos olvidaremos. De aquellas velas encendidas que me recordaban que me querías. De aquel gran árbol que me enseñaste y que me sacó una gran sonrisa como si de un niño pequeño se tratara. Por un momento, me trasladé en cuerpo y alma a aquellos momentos en los que era completamente feliz.

colage

Pero de nuevo estaba el presente para devolverme a la realidad. Como cuando saltas en paracaídas, por un momento crees que vuelas pero al momento siguiente la gravedad te recuerda que esta ahí haciendo su trabajo. Igual, la misma sensación. Vuelves a la realidad, notas como vas cayendo más y más hasta darte de bruces con el presente. Y duele, mucho. Pero duele más lo que vino después. Cuando te pones a pensar que había pasado para pasar de aquella situación hasta el ahora en solo unos días. Miras al sol con cara de no haber dormida nada esa noche y a veces me pregunto ¿que se a fastidiado, que ya nada es igual? Diez días después de que me escribiera esos corazones decidí poner etiqueta a aquel tarro. Decidí poner nombre a lo que estábamos viviendo. Nuestra sonrisa en aquel momento no tenía parangón.

Peor fue pensar que seis días después de aquello ocurrió lo innombrable. Después de aquello empezaron las sombras, los miedos, las preocupaciones, la tristeza y el daño que me hiciste. No entiendo como después de escribirme todas esas cosas, pudiste hacer algo así. Cosas que me hicieron caer totalmente en ti. Aunque a decir verdad, ya había caído antes de aquel día. Sentí odio por ti. Sentí como me irradiaba la maldad. Pero me di cuenta de que toda esa maldad es sólo por amor, por si te halaga. Se puede decir que te odio como nunca quise a nadie.

Como tampoco entiendo que nadie te dijera lo que estabas haciendo. No tenías a nadie que te dijera las verdades a la cara, aunque dolieran. Te dijeron lo que querías oír, no lo que necesitabas. Al menos lo que necesitabas tú y también yo, que al fin y al cabo, lo único que hice fue amarte como si no hubiera mañana. Nadie te dijo que no se juega así con alguien. Nadie te dijo que las personas no somos trozos de metal o de plástico con los que se pueda jugar y romper cada vez que a alguien le dé la gana. Por muy raro que parezca sentimos y ciertas actitudes de la persona a la que queremos nos duele más que si nos operaran sin anestesia.

Tenías mi corazón a tu merced y lo sabías. Estaba tan marcado por ti, que los borrones de tus errores apenas se apreciaban. Camina directo hacia un abismo tan adornado por tus mentiras que no me di cuenta hacia donde marchaba. Mis rodillas estaban llenas de heridas de todas las caídas que provocaban tus actitudes. Heridas que pensaba que sanaban con tus besos. Confundí la perseverancia con necedad, y me quede luchando por ti cuando ya te habías ido hace tiempo.

¿Cómo pudiste? ¿Por qué? ¿Tan poco fui para ti? ¿Tan poco respeto merecía? ¿No te importó hacer daño a alguien que te quería de verdad? Cada vez tengo más preguntas y cada vez tengo más claro las respuestas a esas preguntas. No entiendo cómo pudiste traicionarme de aquella manera. No entiendo porque me hiciste tanto daño, apartándome poco a poco como si no pasara nada. Todas aquellas conversaciones en las que era tratado con desprecio, como si la culpa la tuviera yo. O al menos dejaste que pensara eso y no te importó. Aquellas conversaciones en las que te decía algo bonito y respondías con besos y corazones falsos. Lo único que se me ocurre es que viví una mentira. Que todo lo que hiciste fue una mentira. Es lo único que puedo llegar a entender.

Carta

Hace ya unas pocas semanas empecé a escribir una especie de carta. Sinceramente no sé muy bien porqué. Simplemente me puse a escribir lo que me venía a la cabeza. La he ido cambiando de vez en cuando y dudaba de si publicarla o no. Pero cada vez que la veo siento como una sensación de dolor. Así que he decidido que vea la luz.

«Perdí la cabeza por ti. Te busque y por más que me acercaba tú te alejabas. Leí miles de frases, vi cientos de fotos pero seguías alejándote. Te amé, te lloré, te volví a querer, te extrañe y te volví a llorar. Un círculo vicioso del que no es fácil salir. Como tampoco es fácil olvidar así de la nada cuando quieres de verdad. Tampoco es fácil fijarse en otra persona en este estado. Nunca estuve tan pendiente de alguien como de ti. Jamás hice ciertas cosas por nadie más que por ti. Duele mucho sentirse así.

No me dejaste luchar por ti. Me apartaste y no diste opción. Cuando me enteré de todo resulta que me habías enviado a una guerra sin ningún tipo de armadura o escudo para poder defenderme. Tampoco me habías dado ningún arma con la que atacar. Estaba completamente desnudo. Lo que no sabes es que habría luchado por ti hasta el final. Habría cogido un mísero palo del suelo y habría seguido luchando hasta la última gota de sangre. Me habría agarrado a un clavo ardiendo y si hubiera hecho falta me habría atravesado la mano con él para poder aguantar más.

No creo que te importara hacerme daño. De hecho creo que te dio exactamente igual. Te daba igual si lloraba, si me enfadaba o si no decía nada porque no podía articular palabra. No me hace falta preguntártelo porque en el fondo de todo esto sé que es verdad. Como también sé que cuando me dices que lo sientes, aunque sean palabras sinceras, no lo dices tan de corazón como crees. También sé que no te importa si sufro o no, te doy exactamente igual.  Da igual que dañaste a alguien que te miraba como nadie más va a mirarte. Podrás encontrar otros ojos verdes en los que perderte pero no todos te volverán a mirar con la misma ilusión. Jamás te mirarán como esa persona realmente especial, de esas miradas que van a cambiar el mundo por mucho que te digan que es imposible.

No te bastó con mentir sino que también terminaste prometiendo cosas que sabias que no ibas a cumplir. El hecho de que seas tan fría y que yo te quiera tanto me da más tristeza todavía. Esa es una de las razones por las cuales escribo esto. Te niegas a ver las consecuencias de tus actos. Tengo muchas cosas que quiero decirte pero no lo haré. No porque no tengas ganas y este cansado sino porque sinceramente no te las mereces. Ni las buenas ni las malas. Sí, las malas tampoco pero no porque no pueda decírtelas. Sino porque no querrías darte cuenta del porqué de ellas.

No tienes ni idea de los has provocado. Ni toda tu imaginación llega hasta tal punto. Cada cosa que veo, cada persona que observo me recuerda nuestra historia. Aunque debería decir nuestra y la de los demás. No creo que sepas como se siente algo así. De cómo el presente te recuerda en cada momento, en cada situación, hasta con el más mínimo detalle. Desde la acción más inocente hasta el gesto más significativo. Desde canciones hasta fotos.

A veces me gustaría tener ciertas habilidades tuyas. Me gustaría dejar de hablarte y no tener la necesidad de saber cómo estas, que harás o en qué piensas. De irme sin importarme nada. Pero no soy así. No tengo esa habilidad. Sabes que aquí tienes una persona que te ayudará si se lo pides aunque no ocurra lo mismo al contrario.

Todo lo que hago, veo, escucho y oigo me recuerda a ti. Me recuerda todo lo bueno, y que a mi parecer hubo bastante. Situaciones especiales en las que cada vez nos desnudábamos más el uno ante el otro. Esas situaciones que buscábamos para escondernos del mundo y estar solos tu y yo. You & Me. Me fui enamorando de ti poco a poco. De tu baile de felicidad cuando crees que no te ve nadie. De ese que te sale inconscientemente. De tu particular manera de llamarme. De tu cabello despeinado, de tus pequeñas ojeras con esas fotos mañaneras. Me daba igual que estuvieras maquillada o no. Te veía con los mismos ojos de enamorado. De cada detalle tuyo, porque son los que te hacen diferente al resto de chicas.  Me cuesta un mundo no escribirte diciéndote que te echo de menos. Que te quiero ver. Que sigo necesitándote a diario. Te amé, incluso cuando las razones para odiarte eran muchas.

También todo me recuerda lo malo. Cada serie o película que veo aparecen engaños y traiciones. Cada comentario casual que escucho me recuerda esa situación. Sé que son comentarios inocentes hechos por gente conocida que desconocen mi estado, pero no puedo evitar que me duela. Saco una sonrisa lo mejor que puedo e intento cambiar de tema lo antes posible para olvidar que en cierta parte, me siento nombrado sin que digan mi nombre. Me siento aludido sin que cuenten mi historia. Cuando no pienso en todo aquello, la dichosa realidad se encarga de recordármelo. Y por eso te doy las únicas gracias que me salen en estos momentos. Gracias porque por ti, la realidad me habla.

Y aun así te sigo queriendo. Mucho. Cualquiera te hubiera insultado y te habría dicho cosas mucho peores de las que puedas pensar. Cualquiera te habría odiado. De hecho me lo dijiste tú, que te llamara todo eso porque me resultaría más fácil. Te preguntaste porque te seguía queriendo y la respuesta no podía estar más enfrente de ti. Yo no soy cualquiera.

 Al final has conseguido lo que querías. Enhorabuena. Espero que quien te tenga al lado no dude de ti por saber lo que hiciste. Pero si hay algo que sé bien es que puedes estar con quien se te cruce, pero si doy algo por seguro es que nadie te amará y te llorará como lo hice yo.»

escribir-una-carta2

Me enseñaron a no dejar algo bueno para encontrar algo mejor, porque cuando descubres que tenías algo bueno, lo bueno ha encontrado algo mejor.

Lo único que quiero

A lo largo de mi vida he querido muchas cosas. Que importen, pocas, muy pocas. No soy alguien que pida esas cosas ni alguien que lo quiere todo. ¿Conformista? Tampoco. Simplemente soy feliz con pocas cosas.

La lista de lo que no quiero se ha ido agrandando con el paso del tiempo, debido a ciertas cosas que creía que no eran posibles. Iluso de mí, sí, pero la esperanza nadie será capaz de quitármela. Pero la otra lista, la importante, ha ido mermando poco a poco. La lista de lo que quiero se reduce a medida que ves como ciertas personas te tratan como si fueras un juguete al que pueden tirar y romper cuando les dé la gana.

Quiero poder olvidarme de los últimos meses. De todas las ilusiones que fueron creadas. Quiero poder dormir como lo hacía antes, libremente. Ahora soy esclavo de los sueños en los que la única protagonista es ella. Ya no sé si duermo o solo cierro los ojos esperando que pase el tiempo. Si sueño es con ella, la culpable de mi estado. Me hizo comprar entradas para lo que se suponía iba a ser una gran obra, con sus tonos románticos y alegres, esas con mucho amor, esas de las que tienen un final feliz o que al menos te dejan con un buen sabor de boca. Pero se quedó ahí. Fue simplemente eso, puro teatro.

5508130642_de6843b5ac_b

Quiero que alguien pueda y quiera entrar por las grietas de mi roto corazón. Quiero volver a sentir esa mirada de alguien. Quiero volver a sentir los labios de alguien especial. Quiero sentir esa sensación que se tiene antes de dar el primer beso. Esa sensación que tanto me encanta y que para mí no tiene igual. Quiero que me vuelvan a iluminar con una sonrisa que me cautive. Quiero volver a sentir los pelos de punta cuando esté cerca de esa persona.

¿Dónde estará ese alguien? No tengo ni la más mínima idea. A decir verdad cada vez estoy más seguro de que conozco desde hace tiempo a esa persona. Que no ha ocurrido aún porque todavía no es nuestro turno. Puedo haberla conocido de fiesta en la ciudad o de fiesta en pueblos, o quizás fue compañera de clase, o vecina del barrio. Las posibilidades son infinitas pero la intuición me dice que ya la conozco.

Quiero a alguien que me acepte tal y como soy. Alguien que a pesar de mis momentos de locura y de mis defectos encuentre al menos una razón para amarme y que con eso baste para que se quede. Alguien que me diga que personas como yo solo pasan una vez en la vida y que no va a perderme porque me necesita. Alguien que pare todo, deje lo que esté haciendo y haga un gran esfuerzo solo porque no hay nada que le apetezca más que verme. Al fin y al cabo, quiero lo que doy yo.

Sé que todo esto es pedir mucho. Y depende de a quien preguntes te dirá que es imposible. Por eso mi lista de lo que quiero solo tiene una cosa, muy simple pero parece que difícil de encontrar. Algo que al fin y al cabo todos buscamos.

Yo lo único que quiero es que me quieran

Oportunidades

¿Quién se merece las oportunidades? Supongo que cada persona tendrá una opinión. Creo que la mayoría estaremos de acuerdo en decir que se las merece quién se las gana, quien es buena persona, quien se arrepiente después de un error, quién después de haberlo pasado mal por fin se merece algo que le haga sentir bien. Y aun así, estando de acuerdo muchos con estas razones no nos ponemos de acuerdo en gran parte de los casos, pero lo que está claro es que juzgamos mejor lo de fuera que lo que nos toca. Nos pasa igual que con los defectos.

«Vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio»

Nos resulta relativamente fácil juzgar las situaciones vistas desde fuera, no me refiero a hablar sin saber. Pero cuando nos toca decidir a nosotros sobre alguien a quién queremos de verdad… ya se nos mezclan los pensamientos, se juntan las sensaciones, se nos nubla la vista y el sentido común. Ya nos pueden decir que no se la merece, que es mala persona, que roba a pobres, que no oiremos absolutamente nada, no veremos nada que no queramos ver, estaremos ciegos y sordos. Solo oiremos a uno, ese que no habla nunca pero siempre está, ese que si se rompe no se le oye, ese que si está feliz se le nota, ese que te acelera el ritmo, ese que cuando escuchas una canción con los ojos cerrados las convierte en personas: el corazón.

Musica y corazon

¿Cuántas oportunidades hay que dar? Aquí ya no hay tanta igualdad en las respuestas. Por lo que he visto, y por propia experiencia, las segundas oportunidades no abundan para nada. De hecho, la mayoría de las veces, cuesta más no darlas que darlas. Y si se dan, tened por seguro que no se dan a cualquiera. Si te ofrecen una segunda oportunidad aprovéchala, no se ven todos los días.

Siempre hay una persona por quien darías no una ni dos ni tres ni cuatro, sino unas cuantas oportunidades más para que se quede a tu lado. Así somos, capaces de fallarnos a nosotros mismos mil veces antes que fallar a esa persona. Nos arriesgaríamos con tal de apagar esa vocecilla que sale del interior que solo dice «inténtalo una vez más», porque el que no arriesga no gana, o en este caso, quien no arriesga no ama. Porque arriesgarte puede hacerte perder y sufrir pero es la única forma de levantar el vuelo y de tocar el cielo. En la vida perdemos más por miedo que por intentar.